Jonatan Giráldez – La Clave está en la Gestión Emocional

La gente que me conoce, cuando me pregunta: “¿Cómo quieres que te recuerden?”—una pregunta típica cuando dejamos un club—siempre digo: “Como una persona competitiva.” Intento que en todos los entrenamientos haya un equipo que gane y otro que pierda. En todas las tareas. Y cuando digo en todas, hablo de un 80-90% de las tareas de entrenamiento. ¿Por qué?

Primero, porque al nivel que tenemos actualmente, contamos con las mejores jugadoras. Y si las mejores jugadoras compiten entre ellas, sí o sí hay mejora. Sí o sí. Porque las acciones que tienen que desarrollar van siempre al límite.

Y segundo, por algo que para mí es sagrado en el deporte: cuando el árbitro pita y empieza un partido, tomamos decisiones constantemente en función del resultado. ¿Por qué pasa muchas veces que un equipo que va ganando 1-0, que está dominando y creando ocasiones, llega al minuto 80 y de repente todo cambia? ¿Por qué? Por miedo. Miedo a perder.

Del otro lado, hay un equipo que necesita ganar, y, por alguna razón, la dinámica del partido cambia. ¿Por qué? Porque no acostumbramos a los equipos a gestionar esas emociones en el entrenamiento. Si no entrenamos esa gestión, lo que pasa en un partido siempre se repetirá: la dinámica cambia.

Por eso, en mis entrenamientos siempre debe haber un equipo que gane y otro que pierda. Siempre. Es esencial. El equipo que gana debe aprender a gestionar las emociones de estar arriba, y el equipo que pierde, a gestionar las emociones de ir abajo.

¿Y qué insistimos en trabajar? Esto es un proceso diario, no es cuestión de un día, sino de cada día. Insistimos en que el rol individual de cada jugadora en una tarea de entrenamiento se respete desde el minuto uno hasta el final. ¿Qué suele pasar cuando vamos perdiendo? Que cada una empieza a hacer la guerra por su cuenta.

Y eso es algo habitualísimo. Que todas busquen la solución individual. Pero nuestro trabajo, gracias al entrenamiento, es lograr que se respete el plan de juego durante todo el partido.

Os prometo que esto, al menos para mí, es lo que más trabajo me ha costado. Incluso cuando vas ganando, siendo superior, ¿por qué cuesta tanto respetar el plan? Nada nos debería condicionar. Nada.

Ni siquiera jugar delante de 91.000 personas. Aunque lo normal es que eso te condicione. Es lo más normal del mundo. Pero nuestro trabajo es que las jugadoras no se vean condicionadas ni por el entorno ni por el resultado.

Y aquí, creo que uno de los factores clave, gracias a la competitividad en los entrenamientos, es esta gestión emocional. Para mí, os lo digo, es lo más importante.

Normalmente, en mis sesiones de entrenamiento hay pocas normas. Me refiero a contactos, espacios… Suelo proponer tareas fáciles de explicar y entender, sin muchos condicionantes. Pero una de las cosas que para mí ha sido clave, en términos de enseñanza, aprendizaje y feedback—sobre todo por mi experiencia en el Barça—es que, a nivel de rendimiento, la prioridad son las consignas.

Es decir, ¿cómo queremos resolver esta situación de juego? Cuando llegué, solía diseñar tareas que provocaban ciertas situaciones para observar cómo las jugadoras las resolvían. Pero me di cuenta, después de dos semanas, de que ese enfoque requería un tiempo que a este nivel no podía permitirme.

Entonces, el cambio principal en mi forma de entrenar fue pasar a explicar exactamente lo que queremos hacer: cómo queremos iniciar el juego contra una presión alta, cómo queremos presionar en nuestra primera línea, o cómo comportarnos como equipo tras un cambio de orientación.

Todo debe estar pactado, claro, sin dudas. Porque si provocamos situaciones sin explicar, a veces generamos más dudas en lugar de soluciones.

Este cambio de enfoque, a nivel personal, me ayudó muchísimo. Me di cuenta de que los jugadores profesionales necesitan saber exactamente lo que se espera de ellos para poder competir al máximo nivel.